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Mazda CX-5 2017, ligeros cambios y adiós al lenguaje de diseño KODO

El Mazda CX-5 supuso un cambio total para la marca. Con este modelo entraba en uno de los segmentos que más tirón estaban teniendo y estrenaba una nueva filosofía en cuanto a producto y diseño. Daba comienzo una nueva etapa de la firma que tras cinco años ha supuesto un éxito rotundo y que llega a su máximo exponente con la renovación de aquel Mazda CX-5, el modelo con el que se inició la reinvención de la marca y que ahora, supone un punto y seguido en la «nueva Mazda».

Con la llegada del CX-5 se marcó un antes y un después para Mazda. Se estrenaba el lenguaje de diseño KODO, el primer SUV compacto de los japoneses y la tecnología Skyactiv, llegando a acaparar el 34% de las ventas totales de la firma en España y el 25% de las ventas en todo el mundo. Ahora el Mazda CX-5 llega para reafirmar este éxito y para poner el adiós al lenguaje de diseño KODO que tanto bombo ha tenido por parte de la propia marca, un lenguaje que ha llegado a influir incluso en su última creación destinada a las pistas de carreras.

Por fuera, lo primero que te encuentras en un Mazda CX-5 son algunos cambios que mejoran la imagen general, lo hacen más moderno, perfilado y deportivo, pues Mazda siempre ha presumido de deportividad y dinamismo. No cambian las medidas ni la línea general del coche, que se torna muy continuista, sobre todo si lo ves de perfil. Los cambios se aprecian principalmente en el frontal, así como algunos detalles en la trasera y el imprescindible rediseño de la oferta de llantas.

Interior Mazda CX-5

No obstante, hay cambios que no se aprecian a simple vista, pero influyen en el comportamiento del coche, como la reducción del centro de gravedad en 10 mm. y un aumento de las vías en otros 10 mm. lo que mejora la estabilidad. Los pilares A, es decir, los pilares del parabrisas, se retrasan 35 mm. mejorando el campo visual y acentuando las formas del capó.

Dentro, en el habitáculo, sí que se notan los cambios. Al margen de buscar mayor habitabilidad y una mejora en los acabados, se renuevan todas las líneas generales con una pantalla de 7 pulgadas, un selector de cambio recolocado más arriba, nueva pantalla entre los diales de la instrumentación y un Head-Up display con nuevas grafías y mejor visibilidad. Se emplean nuevos materiales que parecen tener mejor aspecto e incluirá detalles en madera y aluminio. Pero hay algo que no se ve, sino que se siente. Según comentan desde Mazda, se mejora el aislamiento acústico en un 10% rodando a 100 km/h. y reduciendo también el ruido de rodadura en 1,3 dB.

El apartado mecánico no tiene cambios de importancia. Se perfilan pequeños detalles de ingeniería, pero básicamente son los mismos motores, lo que refuerza su fiabilidad. En diésel estará disponible el mismo Skyactiv-D 2.2 de 150 CV, dejando los más potentes para la gama de gasolina, con los Skyactiv-G 2.0 de 165 CV y el Skyactiv-G 2.5 de 192 CV. Todos con cambio manual o automático de seis relaciones. El sistema de tracción total predictivo «i-ACTIV AWD» también seguirá estando disponible. Estreno será la incorporación del «G-Vectoring Control», un control de reparto vectorial del par que analiza y corrige el par que recibe cada rueda para mejorar la tracción y la estabilidad.

Javi Martín

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